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julio 7, 2021
Juliette Binoche a las órdenes de un mal director
7
julio
2021

Antes de entrar al cine a ver Le Quai de Ouistreham de Emmanuel Carrère, la historia real de la periodista Florence Aubenas que se hizo pasar durante seis meses por una limpiadora profesional y con Juliette Binoche como protagonista, me preguntaba por qué no estaba en la sección a concurso de Cannes. A la salida, lo vi clarísimo. Carrère resulta un director torpe y simplón, que deja escapar una historia necesaria y no diría que malogra el trabajo de Binoche, pero desde luego, no lo eleva a la altura que se merece. Al terminar la película, Ken Loach y los hermanos Dardenne sobrevolaban los corrillos de periodistas. No es fácil retratar la clase obrera sin resultar un turista o un impostor.

Pocas actrices como Juliette Binoche muestran a sus 57 años la misma naturalidad y transparencia. Nada es impostado en esta mujer que se pone el delantal y los guantes para fregar retretes en un ferry inmenso. Hacer 60 camas de camarotes en una mañana, a cuatro minutos cada una no es una proeza, es parte de la nueva esclavitud invisible que Carrère ha sacado a luz con esta película honesta pero demasiado didáctica. Junto a otras mujeres de su edad y hechuras, Binoche hace el mismo itinerario de la periodista que decidió escribir un libro sobre el día a día y la verdad de la precariedad. Sin un euro en el bolsillo, se presentó en un pueblo del norte de Francia e inició el vía crucis de oficinas de desempleo y agencias de trabajo que exprimen a los trabajadores sin recursos ni formación.

Hay que reconocer que Carrére no intenta florituras visuales, pero las transiciones son repetitivas y simples. No se sale de la narración lineal y subrayada, que acaba resultando irritante.