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julio 10, 2021
Verhoeven pierde fuelle con su monja Playboy
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julio
2021

Benedetta es un festín de porno blandito sobre un lecho de complejas y jugosas historias. A sus 83 años, Paul Verhoeven vuelve a Cannes con la historia de personaje real, la monja italiana del siglo XVII, Benedetta Corsini, cuyas visiones y juicio por haber mantenido relaciones sexuales con otra novicia durante dos años forman parte de las referencias históricas del lesbianismo y misticismo.

El director holandés ha defendido la ausencia de provocación y de ánimo blasfemo. Dice Verhoeven que no insulto blasfemo porque todo lo que se cuenta es realidad, los hechos están documentados y  las transcripciones del juicio a las religiosas Benedetta Corsini y su amante, la novicia Bartolomea, detallan de manera exhaustiva sus encuentros sexuales durante dos años, con consolador y sexo oral continuado.

Benedetta es un divertimento con aroma a cine setentero que adorarían Dario Argento y Jess Franco. Hoy resulta apolillado, con su fotografía a lo Barry Lyndon, y los cuerpos relucientes de las actrices Daphné Patakia y Virginie Ephira, que recuerdan a una estética Playboy que produce ternura.

Es cierto que subyacen temas peliagudos como la invisibilidad de la mujer y el lesbianismo, que en su propia representación desde la estética del porno patriarcal anula toda pretensión de análisis profundo. La diferencia con la Vida de Adele (2013), siendo una película de estética ultramachista, es que Kechiche sí creo un formidable artefacto cinematográfico.

Sin embargo, Benedetta de Verhoeven se queda en una pequeña apuesta jocosa y provocativa, muy lejos de grandes obras de arte y provocaciones religiosas como The Young Pope de Sorrentino. Le faltan un par de vueltas retorcidas a la vida de sor Benedetta para ser relevante en el cine del siglo XXI.