La Mostra ha amanecido revuelta. El director Emanuele Crialese ha esperado a presentar L´Immensitá ante la prensa internacional para confesar que es trans y que la historia de su película, la de una niña en los años 70 que se siente varón es la suya: “Me he inspirado en mi infancia y mi historia, lógicamente transfigurada. Lo he querido hacer en clave universal”.
Penélope Cruz interpreta al personaje de la madre, una mujer sometida por un marido y una sociedad que no deja que nadie en la familia se atreva a romper filas. La actriz española vuelve a mostrar un descomunal talento para colarse en las entretelas de esas complejas burbujas sentimentales que son las familias. L´Immensitá es una obra sobria y sin alardes que entra en el juego infantil de una madre y su hija de 12 años, que no se reconoce en su identidad biológica. Unos juegos que habitan el rotundo mundo musical de Rafaella Carra, que evidentemente ha dado infinitas alegrías y ha servido de terapia total.
L´Immensitá es una película delicada y necesaria que habla de la prisión de la violencia de género y el machismo institucional que sigue ahogando a millones de mujeres y niñas. Los festivales son viveros donde germinan los fantasmas sociales del mundo, y en esta edición veneciana el tránsito de género es el tema estrella del cine italiano con L´Immensitá y Monica.
En ambos casos los directores son hombres, con lo cual la pregunta está servida: ¿Ellos siguen teniendo el privilegio de contar las historias, también las trans? Crialese ha renunciado a utilizar el binarismo: “Mi mejor parte como hombre es mujer”. L´Immensidad es una piedra más en la representación de la comunidad trans, que tiene un largo camino para darse a conocer y mostrarse a sí misma.