Con Los Márgenes Juan Diego Botto debuta en la dirección con una perturbadora y hermosa travesía por la España abandonada a su suerte. La España que ha vivido en sus carnes los 400.000 desahucios en la última década y los 400 lanzamientos que se siguen realizando todos los días. La España de las personas que saben que el arroz gasta menos gas que los garbanzos al cocinarse, y que las compresas son un gasto desorbitado para los que ganan cuatro euros a la hora.
Botto consigue transmitir la angustia de la pobreza, la tensión y el pavor insoportable de verse en la calle, pero también muestra el potente aliento de la comunidad que arropa a los expulsados a los márgenes. La historia se desarrolla en 24 horas en las que se cruzan varias familias: Luis Tósar, un abogado que se olvida de su propia gente por ayudar a los otros; Penélope Cruz, una cajera y madre incansable que lucha hasta el último minuto para no perder su casa; y Adelfa Calvo, una pensionista paralizada en su soledad por haber perdido su piso por avalar a su hijo. Se nota la mano del actor-director que acompaña a los intérpretes por este mar de angustias sin falsearlas.
Con su co-guionista Olga Rodríguez, Botto compone un puzzle frenético de emociones que te golpean en su autenticidad y complejidad. Los desahucios y la precariedad extrema se encuentran en este siglo XXI con un nuevo reparto y de colisión en los papeles entre hombres y mujeres. Ese es otro de los grandes temas de la película: el naufragio de los hombres, la pérdida de su identidad como proveedores del sustento, y la brutal carga que afrontan ellas, de lo sentimental, lo doméstico y lo profesional. Ellas piden ayuda, gestionan la intendencia y en esa tormenta emocional, se ve claramente lo difícil que resulta tener espacio para la ternura. En Los Márgenes es una buena noticia para el cine español.