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julio 19, 2023
Nolan se corona con Oppenheimer
19
julio
2023

A Nolan no le gustaba manchar sus películas con la política y sus rastreras suspicacias. Se sentía muy cómodo en la filigrana temporal y conceptual. Sus once largometrajes anteriores – brillantes, complejos, geniales, algunos ridículamente crípticos como Tenet (2020)–  siempre esquivaban el compromiso político. Hasta Oppenheimer.

Todo su talento visual y su maestría para construir relatos envolventes y asfixiantes, culmina en esta película biográfica del padre de la bomba atómica, el físico teórico americano Robert Oppenheimer, que en el verano de 1945 dio por terminada la construcción de las bombas que abrasaron 250.000 personas en Hiroshima y Nagasaki. Unos artefactos que acabaron súbitamente con la Segunda Guerra Mundial, pero abrieron la carrera armamentística nuclear, un riesgo de conflagración mundial que todavía perdura.

Por primera vez en su carrera, Nolan se moja políticamente y lo hace sin titubeos con un mensaje antifascista, que además alerta contra los populismos del pasado y sus ecos en el presente. Oppenheimer es una película profundamente incómoda y desasosegante para los poderosos del siglo XXI: los gurús de los gigantes tecnológicos que gestionan nuestras cookies – es decir, nuestra frágil voluntad- escucharán inquietos las comparaciones con aquellos científicos del siglo XX que construyeron la destrucción misma y se les fue de las manos.

Los 180 minutos de película son un angustioso thriller en el que Nolan enfrenta la venerada ciencia con la ética y la política. Lo hace en un momento histórico muy peliagudo: en plena guerra en Ucrania, con el avance de la extrema derecha en Europa y el antisistema Trump en precampaña de las elecciones americanas. Mientras disfrutamos de la genialidad artística de Oppenheimer, nos rondará la difusa amenaza de la inteligencia artificial, que ahora, ya en funcionamiento da más miedo a sus propios creadores que a la incauta ciudadanía. Este es el perturbador estado mental que genera Oppenhimer. Ahora pasemos a la apabullante puesta en escena.

El actor irlandés, Cillian Murphy muestra las mil caras de la angustia y las dudas del físico judío, rotundamente comprometido con el antifascismo europeo, incluida la República española, que justificó la creación de una bomba letal para la humanidad, con la única intención de acabar con Hitler.

Junto a un espléndido Murphy, también brilla Robert Downing Junior en la interpretación de un maquiavélico funcionario que evoluciona sutilmente a lo largo de los 30 años, primero de durante fabricación de la bomba, y luego durante la caza de brujas del macartismo. Los dos eclipsan al resto del reparto cargado de estrellas desde Matt Damon, a Emily Blunt y Florence Pugh que se esfuerzan para salirse de unos personajes algo acartonados, especialmente las mujeres, que siempre han sido el talón de Aquiles de los guiones de Nolan.

Oppenheimer es una gran película sinfónica que avanza hacia el abismo emocional con todos los instrumentos en estado de gracia; desde construcción del arco dramático, la fotografía, el montaje y la música chirriante de Ludwig Göransson que llega a desquiciarte en la hora final. De hecho, puede ser la primera oportunidad real para Nolan de ganar los premios de la Academia de Hollywood, unos galardones que se le resisten desde Memento (2002).

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