Analizamos el palmarés de Venecia 2019. El jurado presidido por Lucrecia Martell ha dado un puñetazo encima de la mesa con el León de Oro al pertubador Joker de Todd Phillips, anticristo del comic de Hollywood, y ha dejado deja claro que los festivales de cine ya no pueden vivir de espaldas a la cultura popular. Este Joker, líder involuntario del lumpen americano que clama venganza ciega por su abandono social, ya levanta ampollas entre los beatos del género y desde luego, va a inquietar a la escudería de héroes tradicionales.
Segundo premio. León de Plata para El Oficial y El Espía de Roman Polanski. A estas alturas del MeToo, con decenas de depredadores sexuales ya juzgados y otros siendo acusados por sus víctimas, este jurado de Lucrecia Martell también ha sido contundente. La condena de Roman Polanski por violación a una menor no es la película que compite en Venecia. Aquí se ha premiado su genio indiscutible. Su compleja, sobria y magistral película sobre los linchamientos de ayer y hoy ha sido justamente reconocida.
Hasta aquí impecable el palmarés. Hay ausencias lamentables como Waiting for the Barbarians de Ciro Guerra, y chirría el bofetón a Marriage Story de Noah Baumbach por su sólido guion y a sus protagonistas Scarlett Johansson y Adam Driver.
Es inexplicable el premio de mejor actriz a Ariane Ascaride por la rutinaria Gloria Mundi de Robert Guédiguian. El director francés, inasequible al desaliento proletario y a la autocrítica de su generación, hace un planteamiento interesante pero fallido en el desarrollo en Gloria Mundi. Se dirige a la responsabilidad de los padres de los millennials por el fracaso en la transmisión de valores. ¿Cómo es posible que los progresistas del Mayo del 68 hayan criado a semejantes monstruos materialistas? Ascaride tampoco aporta una interpretación que vuele por encima de la película.
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