Nanni Moretti se oscurece en un relato profundo sobre la justicia, responsabilidad individual y las consecuencias de nuestros actos. Tres plantas es el retrato de tres familias de un mismo edificio de clase media romana a lo largo de una década. Cada una carga con sus dramas: un juez (Nanni Moretti) que rompe con su hijo después de un atropello en el que el joven ha dejado una mujer muerta; una madre solitaria (Alba Rohrwacher) que no soporta el distanciamiento entre su marido y su hermano; y un joven padre (Riccardo Scamarcio) que vive tan obsesionado con el posible abuso sexual de un vecino anciano a su hija pequeña no se percata de la trascendencia de sus devaneos con una menor de edad. Moretti retrata los actos y las consecuencias que cada personaje lleva sobre sus espaldas, con una frialdad inaudita en el director italiano, que siempre ha sabido iluminar sus historias con una ironía personal, que ahora está ausente y le deja un hueco profundo a la película.
La Familia (1987) de Ettore Scola planea por encima de estas historias cruzadas, que se deslizan ante el espectador con una naturalidad casi liquida, con interpretes cuyo pensamiento interior emerge en sus rostros sin resultar forzado. Tre Piani rezuma profundidad y autenticidad en su retrato de la posición que hombres y mujeres ocupan en las familias: ellas son más dúctiles, se esfuerzan por tender puentes, mientras los hombres se aferran obstinadamente a sentimientos que acaban dinamitando la convivencia.
En su ausencia de dramatismo reside la grandeza de esta película que puede llevarse algún galardón que reconozca la sutileza y la profundidad de la mirada de Nanni Moretti, que hace una reflexión llena de aristas y ambigüedades.