«¿Cómo me ven?» dice el personaje de Jose Luis Gómez, un abyecto millonario, en las primeras escenas de Competencia Oficial. Un juego de apariencias e imposturas, de debilidades y máscaras que funciona aquí como un laberinto de espejos descacharrante sobre las tiránicas personalidades de los cineastas y sus estrellas. Los directores argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat vuelven a la Mostra tras el éxito de El Ciudadano Ilustre (2016) con otra dentellada al mundo del arte, en este caso del cine y las egolatrías de sus creadores. Penélope Cruz, Antonio Banderas y Oscar Martínez interpretan a la directora y los dos actores que protagonizan una película de encargo para un productor millonario, que financia un filme como el que se construye una pirámide.
Gastón y Cohn se lían a patadas con el espíritu Cinema Paraíso y la nostalgia cinéfila. Su planteamiento es juguetón y desmesurado. Su promesa es una tajada de morbo crudo, rebosante de posibles anécdotas de caprichos y manías delirantes, muchas de ellas aportadas por el propio trio protagonista (sin dar los nombres auténticos). En esta comedia se pone en solfa el cine de autor y el comercial, las estrellas millonarias y a los interpretes puristas, e incluso, el venerado público es vapuleado por ignorante y complaciente. Competencia Oficial es un carrusel de escenas tronchantes que son simultáneamente por delirantes y realistas, que van dejando un regusto amargo, cada vez más inquietante, que desborda lo cinematográfico para acabar apuntando a lo más íntimo y humano.
El mayor acierto de la película es haber abierto el artefacto a los actores, los tres han sido artífices del proceso creativo. Por eso ha salido tan redonda, se nota que los intérpretes se han sentido no solo masa moldeable sino genuinamente autores. Además les han brindado una película con tomas larguísimas, casi teatrales en las que se han explayado y han podido explicar su oficio. Un regalo que los tres exprimido al máximo.
«Las películas avanzan como trenes en la noche» decía Truffaut en La Noche Americana. En el caso de Competencia Oficial, Penélope Cruz es la locomotora indiscutible y genial. Cruz ha presentado en este festival de Venecia dos inmensos trabajos como actriz, Madres Paralelas y Competencia Oficial, que marcan una nueva etapa de madurez absoluta y sin límites. La directora histérica y venada que hace en Competencia oficial es un prodigio de control interpretativo y una fiesta de expresión corporal. Esas piernas espatarradas, esas manos voladoras y esa mirada taladradora marcan un poderío artístico apoteósico que no casan con la imagen pública de esta mujer que ante la prensa se muestra siempre reservada. Por ese camino también se expande la reflexión de la película que juega con la imagen de los actores en función de los personajes que han interpretado.
Volvemos al «¿Cómo me ven?» del principio. Antonio Banderas y Oscar Martínez interpretan a actores que son el reflejo deformado de su imagen pública. Los dos han entrado en el juego y nos dejan con la mandíbula dolorida de tanto reír.