Ya lo dijo Bertolucci: «Me gusta hacer películas en Hollywood para subvertirlo desde dentro». Villenueve no subvierte gran cosa en esta primera entrega de Dune. Habrá parroquia que entre de rodillas en la sala de cine, e incluso salgan con heridas ensangrentadas de puro gusto cinéfilo. En mi opinión, la misa ha sido correcta, pero mortalmente aburrida – sin atisbo de sacrilegio, milagro o aquelarre – ni siquiera ha habido una mísera blasfemia.
¿Qué le pasa a este maldito siglo XXI? ¿Por qué los grandes cineastas que entran en Hollywood se toman tan en serio? Aunque Denis Villenueve se desgañite jurando que desde adolescente está obsesionado con Dune, la novela de Frank Herbert, todos sabemos que Dune en cine pertenece a David Lynch y que su desmesurada e hiperbólica versión de 1984 todavía resuena en las pupilas de los creyentes. A este Villenueve le falta locura y le sobra control.
Villenueve ya había cumplido con la ciencia ficción gracias a su magnética Arrival, en la que se respira el angustioso palpitar de la vida y espacio exterior. Incluso había pasado por Blade Runner 2049 sin romper demasiados platos, aunque fue innecesaria. Pero su incursión en Dune, desde la humilde perspectiva de una espectadora desligada de las camarillas fandom, resulta una película estilizada pero hueca, donde los intérpretes recitan sus frases mirando al infinito, llenas de filosofía labrada en piedra, sin asomo de humanidad. Thimothée Chalamet, Rebecca Ferguson y Oscar Isaac no expresan nada. Javier Bardem tiene un mínimo personaje, en el que por la menos, se recordará su celebre escupitajo. Y de hecho, Bardem es la promesa de que la segunda parte tendrá más empuje y garra.
El resto es un artefacto visual de tonos cobrizos, magnífico sonido y sobadas luchas de poder entre una oligarquía masculina con engañosos tintes matriarcales. Evidentemente en este Dune 2021 vuelve a resonar con potencia el ecológico aldabonazo de Hebert, así como la advertencia contra los líderes voluntariosos. El imperialismo sobre Arrakis, hoy puede trasladarse fácilmente a la tragedia afgana. Dune, el libro perdura. Esta nueva versión, será pasto de obedientes consumidores de sagas.