Una vez más, Almodóvar se ha quedado a las puertas de la Palma de Oro. Sin embargo, Dolor y Gloria ha sido reconocida a través de su protagonista, Antonio Banderas, que ha conseguido el premio a mejor actor, por su magnífico personaje del álter ego del director manchego. Ha sido un impecable homenaje al universo único de Almodóvar en su película más íntima y sincera. Esa honestidad y sobriedad la ha inyectado Banderas en este trabajo, sin duda, el mejor de su carrera y que, a sus 58 años, le pone ya en camino al Oscar. El jurado presidido por Iñárritu ha acertado en su elección de Palma de Oro para la coreana, Parasite de Joon-ho Bong, una película shock, que va virando de la comedia negra a la tragedia social explosiva.
Esta edición de Cannes ha sido buena y variada. Partía con el puñado habitual de cineastas consagrados como favoritos (Mallick, Loach, Tarantino) y sin embargo, los 7 directores del jurado, cuatro hombres y tres mujeres, no se han dejado impresionar por sus carreras y han apostado por la potencia y originalidad artística. La política ha venido después. Pero ha llegado a puñetazos.
El rencor de la familia pobre de Parasite, que se infiltra, uno a uno, como sirvientes en la de unos ricos absurdos, es una bofetada frontal al consumismo idiota que se relame con su pequeña existencia. Joon ho Bong, director de Okja, Snowpiercer y Memories of Murder se impuso desde el primer pase. Parasite arranca como una pequeña historia de picaresca ambientada en los barrios pobres de Seúl y cambia de escenario y tono de forma hipnótica.
Los grandes festivales han recibido el mensaje de que tienen que abrir sus grandes secciones a la diversidad. Afortunadamente, Cannes nos ha librado de su películas de cuota comerciales y vacías, y ha apostado por dos óperas primas que han llegado al palmarés por sus propios medios. Atlantique de la directora francesa de origen senegalés, Mati Diop ha ganado el Gran premio del Jurado, por una película sencilla pero no trillada, que se enfrenta con rabia a la corrupción y la pobreza de Senegal que empuja a sus ciudadanos a ahogarse en el Atlántico. El premio de Diop confirma que se necesitan mujeres para contar sus propias historias, y también otras ópticas y lugares desde donde contarlas. La venganza de su película viene de la mirada muerta de los ahogados. Sincretismo y feminismo llegan con una mirada fresca desde la cámara de Diop.
El segundo director debutante que ha ganado en Cannes es Ladj Li, francés de origen maliense, que ganado ex aequo con los brasileños Juliano Dornelles y Kleber Mendoça Fihlo el tercer galardón, premio del jurado por Les Misérables. Dos películas que coinciden en el mensaje revolucionario pero que estéticamente son opuestas y muy potentes cada una a su manera. La Francia de los emigrantes ha triunfado en Cannes, y no solo por su reivindicación política sino por su calidad.